La solución es un perro, o no?

By Soy solo. Y?


En un principio la vida de los solos y solas tiene un atractivo muy particular, hacer lo que uno quiere, no dar explicaciones a nadie, salir donde uno quiere y cuando quiere, la falta de compromiso con alguien, tener todo el tiempo para uno y así podemos seguir con una larga lista de sensaciones placenteras con que los solos y solas disfrutan de una "aparente libertad". Nadie te limita, oprime o exige, pero de igual modo tampoco nadie te espera, te necesita o te mima. Es el precio de estar solos.
Muchas personas solas tienen esta sensación de "libertad absoluta" en una primera instancia de estar en soledad, pero en nuestra genética estamos programados para no estar solos, necesitamos de una compañía, de la familia, de amigos, del entorno social, de las relaciones de pareja. Estar solos y solas no está en nuestra naturaleza.
En un periodo irregular de tiempo, los solos y solas empiezan a sentir que esa sensación de libertad de a poco va desapareciendo para transformarse en una especie de vacio, algunos incluyen alguna mascota a su vida para sentir la sensación de que alguien los espera, alguien a quien podamos brindar nuestro afecto, alguien que en parte cubre esta nueva compañía, y ya no estamos "tan solos".
Pero también necesitamos hablar, que alguien nos escuche, contar nuestras vivencias del día, comentar del tiempo, de la situación económica, de nuestros proyectos, que nos presten atención, sentir que le agradamos a alguien, en definitiva, sentir que no estamos solos. Entonces la sensación de libertad de un principio se transforma definitivamente en un "enorme vacio" que tenemos que llenar de alguna manera con cursos, más trabajo, involucrarse en todo lo más que se pueda. El tema es ocupar el tiempo en algo, pero en algún momento tarde o temprano esa sensación de vacio vuelve a estar allí . Es la sensación de que efectivamente estamos solos y es entonces es cuando queremos dejar de estarlo y necesitamos nuevas relaciones en nuestras vidas.
En otros casos, sucede todo lo contrario, los solos y solas, permanecen encerradas la mayor parte de su tiempo, con sus recuerdos de días más felices, resignada a su situación y soportando una realidad que piensa que ya no puede revertir. Sin darse cuenta que está en el inicio de una gran depresión, que puede llegar a hacerse crónica. El estar solos y solas empieza a cobrar su alto precio.

Armando Barreda
Licenciado en Soledad y Rebeldía

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