En la dura batalla de los sexos el levante es la búsqueda del cuerpo a cuerpo.

Allí se puede medir al enemigo, palpar si es de la misma talla.

O de una superior.

De todos los deportes conocidos es el que los argentinos practicamos con mayor entusiasmo.

Tanto que ya estamos preparados para competir en una olimpiada.

El levante es hijo de la seducción y nieto del cortejo.

El viejo y querido arte de la conquista que – en la época de nuestros abuelos – consistía en esperar durante años para conseguir una foto de la abuela, se ha sintetizado hoy en unas cuantas vueltas en auto, para que no nos agarre la noche con el pescado sin vender.

“Toda la historia del mundo podría remontarse a la necesidad de un cálido revolcón en la cama – dice Erica Jong – pero el sexo no puede divorciarse del resto de la vida. Y la tragedia de una generación fue creer que el sexo traía la liberación.”

Tal vez la verdadera tragedia sea la de no poder asumir que se usa la libertad sexual para disimular una profunda, enorme necesidad de amor.